San Isidoro de Sevilla (óleo de Murillo) |
En el capítulo XVII del libro III
de las Etimologías dice: «sin la
música no hay disciplina perfecta; nada hay sin aquella. Porque hasta el mismo
mundo, se dice, ha sido formado con cierta armonía de sonidos, y el mismo cielo
tiene sus evoluciones bajo la modulación de la armonía de sonidos. La música mueve
los afectos, provoca de diversas maneras el hábito del sentimiento. La música
dulcifica el alma y el canto alivia la fatiga de todos los quehaceres. Templa la
música los ánimos excitados, como se lee de David, que con el arte musical
arrancó a Saúl el espíritu inmundo. La música aplaca a las bestias y hasta todo
lo que hablamos y nuestra conmoción interior reflejada en el pulso, bien se ve
que se asocia por el ritmo de la música a la virtud de la armonía».
San Isidoro de Sevilla