En este teatro se representaron
óperas con varios cantantes que habían sido traídos del Brasil. Un destacado
músico italiano y empresario teatral Bartolomé Massa estreno varias ópera suyas
en este teatro. Bartolomé Massa había llegado a buenos aires en 1752 y músico
en la catedral. Las funciones fueron de agrado del público de Buenos Aires, que
concurría en gran número las noches de función pero intransigente Obispo
Cayetano Marcellano, cuya residencia estaba en las cercanías del teatro, se
quejaba de los ruidos que ocasionaba las funciones y de lo tarde que éstas terminaban.
En 1759 este prelado pidió la clausura del teatro y que Pedro Aguilar regresar
a España donde vivía su mujer. El Obispo le dio ocho meses de plazo para que
dispusiese de todas sus cosas. El nueve de mayor 1759 se amenaza con excomunión
mayor a Aguilar por no haber partido en el navío que salía para España y “por
haberse representado la ópera en dicha casa el domingo seis del corriente por
la noche”.
Como el Obispo partió para
Charcas en esos días, se acusó a Aguilar de esperar a esta oportunidad para
seguir con las representaciones. A pesar de haberse verificado “por personas de
juicio que se guarda buen régimen para la separación de los sexos durante la
funciones”, la situación de Aguilar se hizo insostenible. Aguilar protestó
diciendo que los gobernadores Adonaegui y Ceballos le permitieron construir el
teatro y que él había invertido en la obra todos sus bienes y que además había
tomado prestado por los grandes costos de su construcción.
Entonces Bartolomé Massa y
Francisco Vendemer ofrecieron hacerse cargo del teatro “movidos por el universal sentimiento que ha ocasionado en el público
la suspensión de las óperas que se empezaron a representar en 1757, han
decidido seguir adelante con tan lícita y justamente permitida recreación,
haciendo los arreglos con dicho Señor Pedro Aguilar, para que les seda éste la
casa con todos los instrumentos conducentes a los efectos de su destino,
corriendo por su cuenta en adelante la representación de las óperas… Se hallan
los suplicantes en estado de poder inmediatamente sufragar los votos comunes
del pueblo con la representación de una ópera y continuar con otras varias en
el resto del invierno… El público falto de otras diversiones anhela por tan
honesta y lícita recreación…”
Este escrito de Bartolomé Massa y
Francisco Vendemer fue contestado el 10 de julio de 1759, decretando que “se concedía a los interesados la licencia
para representar las óperas, empezando la operación para que se acabe temprano
y el Sargento mayor de esta plaza se celará que así se observe, haciendo poner
en el corral y puertas de dicha ópera los soldados que fueran necesarios para
que de esta suerte se ataje cualquier ruido su alboroto que se pueda suscitar
en ella”.
Las representaciones continuaron
hasta el 15 de octubre de 1751, en que Pedro Aguilar vendió a la propietaria
los ladrillos, maderas, tejas y demás materiales del teatro. La Señora de Arce
le vendió en mayo de 1764 el lugar a Francisca de Sorarte en 2000 pesos, y la
escritura menciona que: en este sitio
estaban edificados el “un salón que sirvió para las óperas que hubo en esta
ciudad, una cochera y un cuartito compuerta la calle”. En 1760 la esposa de
Don Agustín de Pinedo, que era Hermana de la propietaria del teatro, ofreció
un banquete de 50 cubiertos en el salón donde funcionó aquel y después hubo
danzas, terminando la fiesta a las dos de la madrugada. Pinedo vivía al lado
del local que funcionó como teatro.
El Teatro de Óperas y Comedias
fue el primero de la ciudad, anterior en 26 años al teatro de la ranchería que
se levantó a la misma calle Alsina, y en el cual se representaron óperas por primera vez en Buenos Aires.
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