lunes, 21 de agosto de 2017

El tiempo musical

    Del latín tempus, es la velocidad con la que se interpreta la música. El tiempo se organiza en torno al compás como unidad de medida. El tiempo musical se mide con el “metrónomo” que es una especie de cronómetro musical. La referencia de del tiempo es el mismo pulso humano, unas 60 pulsaciones por minuto (cosa que coincide con los segundos del reloj 60 por minuto).




    Pero en la música el tiempo no es absoluto, depende de los intérpretes, los directores de las orquestas, de los instrumentistas, etc. es sin dudas uno de los elementos más importantes de la música. El tempo no indica solo la velocidad de una obra musical, sino que tiene un gran poder expresivo y los músicos debemos intentar descubrirlo.


    Los aires de compás se expresan con palabras en italiano que le sirven al intérprete de música como guía para tratar de recrear la obra de la forma más fiel posible.



Aires
Largo
Muy despacio
Adagio
Despacio
Andante
Tranquilo
Allegro
Rápido
Presto
Muy rápido
Vivace
Vivo

Diminutivos
Larghetto
Menos despacio que Largo
Andantino
Menos tranquilo que Andante
Allegretto
Menos rápido que Allegro

Aumentativos
Prestissimo
Más rápido que Presto
Vivacissimo
Más rápido que Vivo

Indicaciones que aumentan o disminuyen la velocidad
Acelerando
Aumentando poco a poco
Rallentando
Disminuyendo poco a poco

Otros términos
Assai
Bastante
Molto
Mucho
Sostenuto
Sostenido
Con moto
Con movimiento
Ma non troppo
No demasiado
Piu
Más
Meno
Menos
A tempo
Volver al tiempo del principio



Algunas curiosidades



  • Las primeras indicaciones del tempo aparecen en partituras de la abadía de Saint Gall, del siglo XI, con palabras como “Celeriter” y “Tenere” sobre algunas notas

  • La primera medida del tiempo es “Tactus” en el siglo XV

  • En el Barroco, el poder expresivo de la música se manifiesta a través de los contrastes entre los números de la suite.

 

El tiempo en Wagner

«Hablando de mi experiencia diré que mis primeras obras operísticas solía llenarlas de indicaciones sobre el tempo de modo tan preciso, que incluso añadía números de metrónomo. Pero un día oí un tempo en la representación de Tannhäuser, el director, para protegerse de mis recriminaciones me dijo que había seguido al pie de la letra mis indicaciones. Comprendí entonces lo inseguras que pueden ser las matemáticas en relación a la música y, desde entonces, no solo omito los números, sino que me limito a seguir los tempos principales con unas indicaciones muy generales.
R. Wagner