domingo, 22 de junio de 2014

Mr. Holland’s Opus



Ficha técnica

Título: Mi querido Profesor
Título Original: Mr. Holland’s Opus
Director: Stephen Herek.
Reparto: Richard Dreyfuss, Glenne Headly, Jay Thomas, Olimpia Dukakis, W.H. Macy.
Año: 1995
Duración: 150 min
País: Estados Unidos
Productora: Interscope Communications Polygram Filmes Entertainment
Género: Drama
Montaje: Oliver Wood
Guión: Patrick Duncan
Música: Michael Kamen 
 

Argumento

    Es la historia de un pianista que toma el empleo de profesor de música de una escuela preparatoria pensando que de esa forma tendría tiempo para su desarrollar su verdadera vocación: ser compositor. Inmediatamente descubrirá que el trabajo docente ocupará más de lo que imaginaba, durante más de 30 años irá aprendiendo que no es lo mismo ser profesor que ser maestro. Su sueño de componer una sinfonía le consumirá toda la vida y al final serán dos las obras: una orquestal y la otra sus alumnos, su trabajo y su familia.



Mi critica

    Mi querido Maestro” es la típica película norteamericana en donde se cuenta la historia del profesor que al principio no puede llegar a sus estudiantes y que luego, mediante el uso del ingenio y de la creatividad, se transforma en el profesor más querido de la institución. Con un comienzo difícil, un desarrollo en donde las situaciones complicadas se resuelven, y un final muy emotivo (lacrimoso) la historia deja la imagen del docente perfecto, que posterga sus sueños e invierte todo su tiempo en pos de mejorar la vida de sus alumnos.
    Al comienzo del filme el protagonista ofrece resistencia a ejercer el trabajo de maestro, tal vez por su condición de artista, y se ve cómo le cuesta adaptarse a un trabajo que no le gusta ni entiende. Esta imagen del profesor inexperto contrasta con la del vicedirector y de la directora de la escuela, quienes se muestran familiarizados con el trabajo y exigentes con el cumplimiento del reglamento. Hay una escena muy interesante en donde la directora de la escuela con un tono casi maternal le explica al profesor que la labor docente no es solamente cumplir el horario, sino ser como “brújulas” que marquen el camino a seguir de los alumnos, puntualizando que la tarea docente requiere de un compromiso tan grande que no deja espacio para el desarrollo personal. A partir de ese momento el personaje se va haber forzado una y otra vez a dejar de lado sus intereses y dedicarse por completo a las problemáticas de sus alumnos. La lectura del mensaje es: renuncie a su vida. Ya no será importante, o mejor dicho prioridad, obedecer a la vocación de compositor que tenía, su nuevo trabajo le exigirá renunciar a sí mismo.


Valoración: 5/10

Mr. ArzNova

martes, 17 de junio de 2014

El poder transformador de la música

Jamás se ha negado la capacidad formativa extraordinaria de la música cuando se ahonda en su sentido más profundo y se la practica creativamente. Pero en los últimos decenios muchos estudiosos han puesto el alerta sobre algunas formas de manipulación que se valen de este arte maravilloso.


    ¡Cuántas veces nos hemos deleitado con esas películas donde unos insoportables niños o adolescentes, a los que no se los aguantaba ni un minuto, eran irremisiblemente vencidos por la insistencia y la paciencia de un maestro de música! Desde The sound of music (de Robert Wise, 1965, aquí se conoció como La novicia rebelde) hasta las más recientes, como Mr. Holland’s Opus (conocida aquí como Querido maestro, Stephen Herek, 1995), Les choristes (Los coristas, de Christophe Barratier, 2004) o la novedosa August Rush (Kirsten Sheridan, 2007), nos han quedado grabadas en nuestra memoria esas extraordinarias “conversiones” en el carácter y las notables mejoras en la conflictiva relación entre maestro y discípulo. Y aunque en algún caso podamos sospechar que la ficción del cine haya exagerado un poco, sabemos que se han verificado en la realidad estos efectos transformadores, la mayoría para el bien, algunos… para el mal. No debe sorprender, por cierto, que sea así. Ya Aristóteles (siglo IV a.C.) en el capítulo 5 del Libro IV de La Política nos advertía de esta poderosa influencia de la música en un sentido benéfico, pero que, en ocasiones, podía resultar perjudicial: “... en los ritmos y las melodías encontramos las semejanzas más perfectas en consonancia con su verdadera naturaleza de la ira y la mansedumbre, de la fortaleza y la templanza, como también de sus contrarios y de todas las otras disposiciones morales... De igual modo pasa con los ritmos, unos tienen un carácter más reposado, otros más movido, y de estos unos inducen emociones más groseras, y otros otras más propias de un hombre libre”. Pareciera, entonces, que algunos empresarios para alentar el fenómeno del “consumo comercial de la música” imponen ciertas modas que, más que un factor educativo, pueden transformarse en un obstáculo para el auténtico desarrollo integral de nuestros jóvenes.


    Los jóvenes construyen su identidad con el vestuario, el peinado, el lenguaje, así como también con la apropiación de ciertos objetos emblemáticos, en este caso la música. De esta manera se constituyen en grupos. Pero esto puede llevar a un círculo vicioso en el que los jóvenes –que se creen protagonistas– terminan siendo manipulados. Este papel manipulador de la música es muy importante, ya que actúa sobre adolescentes todavía en plena formación que pueden ser muy influenciados por el mensaje de las canciones. Y esto no es ignorado por las compañías discográficas que aprovechan esa vulnerabilidad para crear ídolos, formas de vida, ideales… Los jóvenes constituyen una típica “población diana”, es decir, un grupo perfectamente identificado y a los que se les puede lanzar un producto sabiendo que lo van a aceptar. Por otra parte, se conocen perfectamente, mediante estudios irrefutables, los efectos benéficos de la música. La difusión de la musicoterapia es una prueba. Efectos en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu (por ejemplo, se usa la música antes y durante alguna operación con efectos benéficos comprobados, o personas que han tenido un infarto cerebral se recuperan más rápido cuando han escuchado diariamente música, que las personas que han tenido los cuidados tradicionales). La música es relacional por esencia. De ahí su capacidad para fomentar en el hombre la vida espiritual, que es vida de interrelación creadora y, además, puede ser factor de unificación y entendimiento universal. No por nada estudios científicos han confirmado que la música provoca las mismas emociones en todo el mundo, concluyendo que los seres humanos tienen la capacidad de reconocer la alegría o el miedo que se expresa en piezas musicales de culturas completamente ajenas. Que nuestros maestros de música nunca defeccionen en su noble tarea, aportando desde la educación a los jóvenes los criterios necesarios para la diferenciación de la buena y mala música y la apreciación de la misma.
Mr. ArzNova